Después de varios años de estar trabajando en agencias de publicidad, María Angélica Bernal decide estudiar cocina y empezar trabajar a varios restaurantes de Nueva York. Luego de dos años de adentrarse en este mundo, regresa y monta su propio restaurante “Casa Lelyte” con el que materializa varios de sus sueños como tener su propio hotel, espacio cultural y bar con su propio concepto.
Se especializa en preparar alimentos a base de proteína vegetal, sin embargo, la experiencia no es exclusiva para veganos o vegetarianos. Por el contrario, su comida es incluyente y enaltece el trabajo de los productores locales.
“Básicamente invito a la gente a comer de otra forma y a descubrir nuevos sabores. Lo que hago en mi cocina es descontextualizar los ingredientes o la forma en que se comen los alimentos. Coloco como protagonista de los platos a aquellos ingredientes que están relegados en otra cocina”, afirma la chef María Angélica Bernal.
No busca sustituir de forma visual a la carne, sino darle valor a los sabores que tiene el mundo vegetal. Es una cocina mucho más experimental o futurista como ella lo denomina. Por eso, también ha encontrado dificultad en que las personas comprendan y acepten el concepto. De ahí, que su mayor reto sea invitar a los comensales (sobre todo a aquellos que están acostumbrados a una dieta carnívora) a probar esta nueva propuesta disruptiva, que saca de la zona de confort a los alimentos.
Para realizar sus preparaciones hace uso de distintas técnicas que incluyen horno de leña, uso de grasas vegetales, ahumados y freidora; pero lo que más le gusta es experimentar y darle la vuelta a platos que utilizan proteína animal.
El plato más extraño que tiene dentro de su carta es un cheesecake de cubios y una tira de sandía a la leña que es uno de sus platos principales. Esa es su forma de descontextualizar la comida, y así tiene varios ejemplos.
Le encanta trabajar con tubérculos, semillas y frutos secos porque considera que son ingredientes que le permiten innovar y sacar cosas chéveres, diferentes.
Para ella, los proveedores tienen tanta importancia como su horno de leña. De hecho, asegura que para que la cocina llame la atención de un cliente es porque la materia prima habla por sí sola en un plato. Por eso, es tan cuidadosa en la calidad, ya que con ello no tiene la necesidad de meter más ingredientes a la ecuación, sino que los sabores innatos hablan por sí solos.
Por último, Casa Lelyte es un espacio en el que no solo se experimenta con la comida, sino que también se desarrollan propuestas de arte, arquitectura y cultura. “Aquí no solo se cocina, también se exponen diseñadores, fotógrafos y artistas. Eso trae mucha vida a la casa y también a aquellos que trabajamos en ella”, establece.
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