La gastronomía, como lo afirma el periodista gastronómico Pau Arenós, combina “mucha ciencia con mucho corazón”. Por eso, lo denomina como un oficio de valientes. De esa filosofía nace la vertiente de cocina tecnoemocional cuyos mayores representantes son Ferrán y Abert Adriá a principios del siglo XXI.
Suele reinterpretar creaciones tradicionales y descubrir combinaciones armoniosas, sorprendentes e inéditas por medio de la experimentación. Muchas veces, incluso llega a ser confundido con la cocina de autor por la novedad de sus métodos y técnicas. Sin embargo, esta última tendencia hace referencia a platillos originales, hechos a partir de la creatividad de sus autores. Mientras que la cocina tecnoemocional se caracteriza por “utilizar armonías ya conocidas, transformando las texturas de los ingredientes, así como su forma y temperatura (….) manteniendo cada ingrediente o incluso incrementando la intensidad de su sabor”, afirma Ferran Adriá.
Por eso, buscan sobrepasar la necesidad básica de saciar el hambre y aumentar el placer destinado al paladar y los demás sentidos, a tal punto de brindarle al consumidor una experiencia memorable que toque su corazón e incluso le haga derramar una lágrima por el sentimiento que genera.
“El tema de las experiencias nace a través de una evolución, pues hoy las personas no consumen productos ni servicios, consumen productos y servicios diseñados como experiencias. Es decir, si usted compra un carro está comprando la experiencia de manejar, la sensación de éxito y la seguridad que el carro le brinda. Todo es una experiencia al final. Nosotros lo entendimos. La gente no venía a pagarnos por comida sino por vivir una experiencia”, afirma Juan Manuel Barrientos, propietario de Elcielo, en una entrevista para El País.
Esta vertiente tiene una relación directa con la gastronomía multisensorial. De hecho el cocinero Juan Mari Arzak creó un proyecto que involucra la tecnología electrónica con recipientes y el emplatado. De esta forma, ubica los alimentos sobre platos y realiza un espectáculo de luces que varían su intensidad y tono, según la interacción que el comensal realice con las creaciones culinarias.
Por eso, se considera que no es una tendencia apta para personas que no admitan la innovación o la evolución, ya que en su filosofía propone una manera diferente de pensar, hacer y consumir la comida. Un cambio.