El banano es una de las frutas más apetecidas y consumidas en el mundo, su origen se remonta a Papúa Nueva Guinea, luego pasó a Asia y África, para finalmente llegar a América en el siglo XVI a través de las colonias españolas establecidas en este territorio. En el período colonial fue utilizado fundamentalmente en la dieta de los esclavos que trabajaban en los cultivos, debido a su gran contenido de potasio. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XIX y siglo XX pasó a ser determinante en el futuro de Centroamérica y el Caribe, cuando la compañía estadounidense United Fruit Company adquirió un poder por encima incluso de los gobiernos locales.
Esta historia comienza en 1871 en Costa Rica, cuando un joven neoyorquino de 23 años llamado Minor Cooper Keith inicia su negocio (International Railways of Central America) construyendo ferrocarriles. Para ese momento varios de los países de la región no contaban con los recursos ni la capacidad para hacer obras de infraestructura grandes como la construcción de ferrocarriles, por esa razón, daban facilidades y ofrecían concesiones a este tipo de empresas para que estas se encargaran.
Poco después de su llegada, Keith se casó con la hija del presidente de Costa Rica, en lo que parecía ser una alianza medieval para construir lo que sería un imperio bananero, tanto así que lo apodaban el “Rey sin corona de Centroamérica”. Su éxito comercial se debió en gran medida a que, como parte de las concesiones, los gobiernos le vendían grandes cantidades de tierra cerca de las vías ferroviarias que construía, las cuales eran utilizadas para cultivar frutas tropicales, principalmente el banano.
De esta manera, Minor Keith logró hacerse con tierras en varios países de Centroamérica, como Guatemala, Nicaragua, Panamá, Costa Rica, El Salvador, Honduras y en Colombia (en el departamento del Magdalena). Para 1880 el negocio de ferrocarriles había evolucionado a la exportación de frutas tropicales a Estados Unidos y Gran Bretaña; y Keith se había convertido en un personaje poderoso e influyente de la región.
En 1899 el negocio tomó un nuevo rumbo hacia el monopolio del continente, cuando una crisis obligó a Keith a asociarse con la Boston Fruit Company, empresa que poseía cultivos de banano en el Caribe y contaba con una fuerte infraestructura de transporte marítimo. Esta unión produjo un verdadero gigante, la United Fruit Company.
A partir de este momento el banano se convirtió en un producto que cambiaría el destino de la región. En Estados Unidos se iniciaron fuertes campañas de marketing para promover el consumo del banano, los norteamericanos lo pedían a gritos para comerlo en el desayuno, en postres y helados. Todo era felicidad y prosperidad al norte del continente, en contraste con lo que sucedía más al sur.
La “yunai” o “el pulpo” como se conocía a la United Fruit Company en los países latinoamericanos adquirió un poder sin precedentes. Para asegurar su predominio, comenzaron a intervenir los gobiernos locales, apoyando la instauración de dictaduras militares y de dirigentes que los favorecieran con las leyes y los apoyaran reprimiendo movimientos sindicales y opositores.
Su importancia en la región fue tal, que los países donde tenía influencia eran denominados como “La república bananera”; allí existe una dicotomía acerca de su paso, ya que por un lado contribuyeron al desarrollo de infraestructura de transporte, colegios, hospitales y se hicieron grandes investigaciones en salud para combatir enfermedades como la malaria. Sin embargo, todo estaba al servicio de la “Yunai” y se hacía en pro del beneficio de la compañía, no del desarrollo de los países.
Cuando la situación política se volvía adversa, la influencia de la United Fruit se hacía evidente. El caso de Guatemala es tal vez uno de los más dramáticos, cuando en la década en 1950 el presidente del momento Jacobo Arbenz, propuso tomar las tierras que no estaban siendo cultivadas y pertenecían a grandes terratenientes, para que pequeños productores les sacaran provecho; esto por supuesto iba en contra de los intereses del monopolio norteamericano. John Fuster Dulles, secretario de estado de Estados Unidos y Socio de la United Fruit, convenció al gobierno norteamericano (aprovechando el ambiente de tensión por la incipiente guerra fría) de que Guatemala era un foco de expansión del socialismo. Con esto lograron una intervención directa, un golpe de estado y la instauración de un gobierno militar más favorable.
El pintor y muralista mexicano Diego Rivera lo evidenció en su cuadro “Gloriosa Victoria”.
En el caso de Colombia, incitaron a las autoridades a reprimir una protesta de trabajadores agrícolas en 1928, causando la muerte de más mil trabajadores en Ciénaga, Magdalena. Hecho que fue citado también por el Nobel Gabriel García Márquez.
Hacia los años 70, el poder de la compañía decayó, fue vendida a otras multinacionales y las leyes antimonopolio mermaron su influencia en el continente.
La historia de la humanidad nos ha mostrado en diferentes ocasiones como los alimentos pueden ser el motor para grandes cambios en las sociedades. La necesidad de consumir cierto producto ha llevado al hombre a cruzar fronteras morales y territoriales. El imperio español llegó a América buscando una mejor ruta para comerciar con especias, los romanos libraron guerras por tener cereal para alimentar sus ejércitos, ¡el dominio de la agricultura convirtió a la humanidad en sedentaria! Y en este caso el dominio del mercado bananero contribuyó a la creación de un imperio en America Central.