“Sé lo que como, no sé lo que hago”
Salvador Dalí
Hablar del surrealismo es hablar sobre Salvador Doménech Felipe Jacinto Dalí. El legendario artista español que desde sus seis años quería convertirse en chef, pero que la vida lo llevó por otro camino para muchos considerado excéntrico. Sin embargo, su amor por la comida nunca desapareció. De hecho fue plasmado en muchas de sus obras y fue parte de su inspiración. Un ejemplo de ello, fue su libro “Les Diners De Gala” editado en 1973, el cual contiene 136 obras culinarias extravagantes y exóticas, entre las que se puede destacar las empanadas de rana, las chuletas de ternera rellenas de caracoles, los mil años de huevos, sopas de orejas de cerdo, entre otras joyas de la cocina elaborados con la colaboración de los mejores chefs franceses de París condecorados con estrellas Michelin como Lasserre, La Tour d’Argent, Maxim’s y Le Train Bleu.
Contiene 12 capítulos dedicados únicamente a los placeres del gusto, sin privaciones. Allí da rienda suelta a su imaginación y nos declara su fascinación por los huevos y crustáceos. “La mandíbula es nuestra mejor herramienta para aferrarnos al conocimiento filosófico”, asegura el artista.
A pesar de que muchos podrían pensar que era amante de las comidas estrafalarias, Dalí sentía una profunda afinidad por las comidas sencillas típicas de su tierra natal “Cataluña”. Le gustaba el pescado fresco, las mezclas de lo dulce y lo salado, los mariscos y la carne. Lo que se denomina los platos de tierra y mar.
Aun así, muchos alimentos los asociaba con representaciones simbólicas. Por ejemplo, consideraba que en la coliflor se encontraba “la apoteosis del poder paranoico” y que las espinacas son amorfas como la libertad. También le gustaba el amarillo porque así es el color de las proteínas y del ácido oxirribonucleico.
Amaba el queso camembert y de allí nace su inspiración para realizar la pintura del reloj derretido. También los huevos fritos que asegura que refleja su vida intrauterina. Pero, aborrecía los alimentos blandos que se destruyen con la cocción como las espinacas.
Empero, su arte como la cocina que retrató en su libro trascendía lo real a partir del impulso psíquico de lo imaginario y lo irracional, del delirio, la osadía y la belleza. Del surrealismo. A continuación, más de su arte: