"Yo nací con la luna de plata, y nací con alma de pirata…”
El mar es la despensa del Restaurante Descortés en Bogotá. Su propuesta gastronómica es tan variada como la biodiversidad de los océanos y sus platillos son tan sorprendentes como los colores de los peces y los corales.
Este restaurante, perteneciente al Grupo Seratta, ofrece a sus comensales un menú que fusiona los sabores de la cocina caribeña, el mediterráneo y Japón. Su creación estuvo a cargo del chef con estrella Michelín Rubén Trincado y por el chef Félix Jiménez, un referente de la comida japonesa reconocido también por su distinción de estrella Michelín y dos soles Repsol.
Además de la preparación de algunos de los platos con técnicas de vanguardia, como el nitrógeno líquido, este restaurante promete una experiencia en donde la irreverencia y la elegancia se hace evidente en el ambiente y la comida.
En el Restaurante Descortés, cada plato que llega a la mesa está pensado como si fuera parte de una gran historia de piratas.
Embárcate en un viaje de sabores junto a nosotros conociendo algunos de sus platos y bebidas destacadas:
No quedaron ni los huesos:
Las calaveras y los huesos eran un símbolo distintivo de los piratas. Ellos colocaban estas imágenes en las banderas de sus barcos con el fin de infringir terror sobre sus víctimas para que se rindieran antes de iniciar el combate.
Tal vez, este mal carácter también estuviera relacionado con las extenuantes jornadas que pasaban los piratas dentro de sus embarcaciones navegando a mar abierto, tiempo durante el que debían soportar largas jornadas alimentándose con pan duro, ron, carnes podridas y agua en mal estado.
Por eso, un platillo como No quedaron ni los huesos, sería un manjar que no tardaría en ser devorado por cualquier pirata. Consiste en trozos de pescados y mariscos apanados en Panko acompañados con salsa chilli gulupa.
Mar adentro
El sueño de todo pirata era capturar la flota de barcos de la corona española que iba cargada con plata desde América hacia Europa, por eso, muchos de los ataques sucedían a mar abierto.
España, que no contaba con los suficientes recursos navales para defenderse, desarrolló una estrategia enfocada en la protección de los convoyes los cuales eran escoltados por galeones armados durante todo el recorrido de América a Europa.
Pero quizás, el mayor sueño de un pirata hubiese sido poder disfrutar de un plato como Mar Adentro: 100 gr de langosta, mantequilla almendrada con trufa fresca, pimentón de la vera y cebollín, arroz de coco con frijol negro aguacate cilantro y maduro.
Un legado de res
Los habitantes de la Isla La Española, actualmente Haití, se encargaban de cazar y ahumar las reses para vendérselas a los navegantes, que eran llamados boucan por los nativos caribeños, de esta palabra se deriva el término bucanero.
Cuando la corona española los expulsó de la isla, se dedicaron a la piratería.
Pero para recordar la labor de los bucaneros como maestros de la parrilla, no hay un mejor plato en el Restaurante Descortés que Un legado de res: Rib eye de angus a la parrilla acompañado con guarnición a elección. La carne es importada de Texas.
La suerte del pirata
El alcohol era uno de las grandes fascinaciones de los piratas. Era tanto el gusto por el ron, que solían beberlo hasta caer borrachos. Esta situación los llevaba a perder batallas y echar su suerte a perder.
Quienes degusten en Descortés el coctel La suerte del pirata, pondrán a prueba su fortuna eligiendo entre la riqueza y la lujuria mientras disfrutan de una refrescante bebida a base de whisky con frutos cítricos, jengibre y albahaca.
Perla Negra
Desde el universo cinematográfico llega el barco más veloz de todos los mares al Restaurante Descortés con su coctel Perla Negra. Esta combinación entre whisky, macerado de uva chilena, uchuva y tomillo, impregna con su espíritu de libertad y asombro a quien lo bebe.
Lingote de oro
Cerrando con broche de oro este recorrido, encontramos un tesoro para el paladar. Se trata de un lingote de oro comestible relleno de mousse de bizcocho de vainilla con frutos rojos, arequipe y crispetas heladas con oro.
Un postre ante el cual cualquier pirata exclamaría al primer bocado ¡por las barbas de Neptuno!
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