El arte es definido por la RAE como la actividad humana que tiene como fin la creación de obras culturales. También, como el conjunto de habilidades, técnicas o principios necesarios para realizar una determinada actividad.
Según Marta Sanz, escritora del diario El País, la cocina es un lenguaje que busca provocar un efecto emocional en el receptor, que se podría catalogar como arte. “El paladar se educa como se educa el oído, los creadores cohabitan con sus intérpretes, las técnicas transforman las materias primas y constantemente se exhibe un discurso. De esta manera, la cocina se hace arte cuando transciende de sí misma y representa un tema o una metáfora”, agrega.
A partir de allí, nace el cuestionamiento de si la gastronomía nació solo para satisfacer las necesidades de los sentidos o también busca remover la bilis con el fin de promover una transformación.
La gastronomía es de las pocas artes que apelan a todos los sentidos. Al gusto, al oído, al olfato, a la vista y al tacto. Por eso, es una herramienta poderosa para promover valores culturales y consciencia. No es un hedonismo puramente superficial. Al contrario, es un acto que va cargado de subtexto y que no debería ser considerado un lujo, sino una necesidad primaria la cual debe estar disponible para la apropiación de todos.
Teniendo en cuenta esto, la cocina es un arte que nos debe llevar finalmente a ser mejores personas y al desarrollo como sociedad, porque si no se visualiza de esta forma, solo seremos personas que viven del provecho, pero que no tienen transcendencia.