Escrito por José Perdomo y Alejandra Campo
Ilustración: Alejandra Campo
Instagram: @joseperdom @alecampo6
Es el final de la tarde o el comienzo de la noche de un día cualquiera. La gente ya está yendo a casa y el mundo comienza a parar de a poco. La gente cansada del ritmo del día huye del trabajo hacia lo que llama “su vida”. El almuerzo es un recuerdo lejano. ¿Qué hay para hacer? En Milán se inventaron una forma de escapar y llenar el apetito a media tarde: El aperitivo.
En el resto del mundo, un aperitivo es ese algo que utiliza la gente para que le dé hambre. Puede ser un licor o un bocadillo que prepara el estómago para el plato fuerte. En los bares y restaurantes milaneses, el aperitivo es un cóctel que a ciertas horas del día va acompañado con comida. Dependiendo del lugar, pueden ser algunos bocadillos o un buffet repleto de pastas, carnes, quesos, arroces, panes, postres… Y es que el aperitivo es tan diverso como lo es la ciudad.
Aunque nunca sea un mal momento para comerse una pizza o una pasta, la comida en Milán ya pasó por este lugar hacia nuevas expresiones. Conseguir frutas tropicales no es un imposible, aunque cuesten un riñón y el uso de cebolla y ajo juntos cada vez es menos redundante para los mismos italianos. ¡Hasta hay algunos lugares que ofrecen pizza hawaiana!
Actualmente, el país de los emperadores es un puente que conecta a Europa con los migrantes del gran sur que van a guerrearla con maletas pesadísimas en las que llevan sus vidas, sus costumbres y sus recetas. Esta gente ha llegado a meterse con los platos clásicos, a darles mil vueltas y reinventárselos a su manera. En Milán pululan los mercados y los restaurantes extranjeros porque 1 de cada 5 milaneses no es italiano. Por un lado, la identidad de la gente se entremezcla entre filipinos, peruanos y chinos, así como la mesa y la comida. Por otro lado, la identidad de la ciudad se reconstruye con estos nuevos habitantes que pueden llevar tantos años como tengan y siguen sin ser italianos pero, quizás, si sean milaneses.
Con todo esto, Milán se ha convertido en un gran laboratorio cultural y gastronómico. Tradicionalmente había sido conocida como un lugar en el que no se come bien. “Para comer bien en Italia, hay que ir lejos de Milán” me dijo un amigo, marcando una disputa cliché entre el norte, productivo, gris y de mal comer, y el sur, colorido en sus paisajes y platos. Esa idea se ha desdibujado y hoy el aperitivo, que se reinventa con comidas del mundo, desafiando la comida italiana, hace de Milán cada vez una idea más sabrosa. Para vivir un poco esta nueva ciudad, quizá la mejor opción sea el aperitivo que puede ponerle una buena pasta, una focaccia y una pizza o piezas de sushi y pollo al curry. Acá les dejamos una guía con lo básico que hay que saber para comer bien.
Guía rápida sobre los aperitivos:
- Horario: 7 a 10 p.m. aproximadamente.
- Precio: entre 7 y 12 euros (que es lo que cuesta el cóctel)
- Dónde: ¡En toda la ciudad! Incluso, se ha expandido a otras ciudades como Turín o Florencia. En Milán son famosos los de Corso Como, Nord Loreto y los Navigli.
- Aperitivo o Apericena. El aperitivo suele tener alimentos de mayor calidad pero si su intención es llenarse hasta más no poder está buscando una aperi-cena. ¿Cómo los distingue? Fácil: busque si dice buffet.
- Cócteles: Los más tradicionales son los que llevan Negroni y Sbagliato. Cuidado: Muchos llevan tragos bastante amargos que no son para cualquiera y lo pueden coger desprevenido.