Si tuviéramos que definir a Andrés Nieto, diríamos que es la combinación del arte con la cocina. Desde que tenía doce años empezó su pasión por la gastronomía. Su familia era dueña de hoteles y le encantaba meterse en la cocina. Por eso, decidió estudiarla pero a modo de hobby. Entró a la universidad y estudió administración de empresas, pero se dio cuenta que lo que más lo llenaba era la industria gastronómica.
En ese momento tenía unos tíos que eran productores de BTL para empresas como El Tiempo y Coca Cola, y le dijeron que si podía realizar un evento para 1.200 personas. Lo hizo y el evento salió bien. De ahí, le empezaron a llegar otros eventos muy grandes de catering que es algo a lo que todavía se dedica con su empresa Rosmarino. Lo que más le gusta de este proyecto es la posibilidad de unir su creatividad y arte con otras disciplinas como la moda. Entonces combina lo que quiere vender la marca, como por ejemplo Seven & Seven, con lo que los invitados se van a comer. Contextualiza la comida.
Le encanta servir a la gente, y gracias a ello también decide colocar en marcha otro proyecto que en este momento está en funcionamiento, que es su restaurante Gula, el cual está ubicado en el barrio Siete de Agosto de Bogotá.
“Un año atrás nos encontramos con un taller de carros y una imprenta. Nosotros quisimos rescatar la bodega y conservar esa identidad de la zona en la que estamos. Rescatamos el cerdo y el pollo y le quisimos dar fuerza a los productos de la plaza de mercado”.
Antes tuvo un proyecto de comida saludable en Bogotá, pero con este fracasó a causa de los arriendos costos que se encuentran en zonas como la G. De ahí, que decidiera lanzarse con su nuevo negocio en un espacio más beneficioso que le permite tener costos finales proporcionales. “Aquí la gente puede venir a comer relajado. Es cero pretencioso. Le ofrecemos a la gente una comida chévere a un precio justo con costos fijos razonables”.
Sus clientes no solo son personas que venden plásticos o que están en los talleres, sino que también llegan diseñadores de modas, gente que comercializa telas, personas que trabajan en agencias de publicidad, entre otros. Además, los fines de semana suelen visitarlos muchas familias por lo que abrió un menú para niños.
Por otro lado, decidió enfocarse en el pollo y el cerdo porque a sus socios les encanta. A la vez que manejar stock de pescados junto con su almacenamiento es un poco más difícil, y la carne de res requiere de manejar diferentes términos y cortes, que pueden demorar la producción. Entonces prefirió enfocarse en estas otras dos proteínas y en un menú vegetariano, que lo haga más cotidiano y tranquilo.
Para hacer la carta se inspiró en el Siete de Agosto, especialmente en la estética de los»corrientazos» de la zona. Allí las personas solo tienen una hora o máximo dos para almorzar, entonces por eso le gusta que su servicio sea rápido. Como valor agregado, le ofrece una experiencia diferente a su comensal a nivel de sabores. Cuenta con un pico de gallo de lulo, entre otros productos diferentes para degustar.
Por último asegura, que para poder tener éxito en la industria restaurantera es fundamental arriesgarse, creer en sí mismo, trabajar, ser constante y arriesgar. Nunca derrumbarse aunque en el primer intento de emprender, fracase.