Por: Ana Restrepo
Una apuesta por la gastronomía
Para Adriana Cerquera, gerente de este nuevo proyecto, el restaurante La Encina ha sido la consecución de un gran reto al que se quiso embarcar sin ser completamente cercana al universo gastronómico, -pues la ingeniería industrial la ha acompañado toda su vida-, pero con la meta de dejar una huella imborrable en los paladares y corazones de sus comensales, decidió avanzar en esta aventura.
Esta apuesta se remonta a los tiempos de pandemia que le permitieron conectar por primera vez con el gremio culinario, al tomar la iniciativa de salvar Hatsuhana: un restaurante pionero en la comida japonesa, que en ese momento se encontraba en proceso de liquidación.
Su papá fue su mano derecha en aquella nueva y desconocida aventura, que la llevaría a dejar su zona de confort, para «pasar a conocer otro mundo maravilloso, distinto y difícil», menciona Adriana, agregando que negarse no estaba en sus planes, pues siempre ha sido «una mujer de retos.»
Sin duda fue un desafío abrirse campo «para una mujer que no tiene nombre en el sector.» Pero no fue un limitante, todo lo contrario: fue una oportunidad para llegar con firmeza en sus pies, mantenerse y quedarse en un ecosistema tan competitivo.
Los sabores de España, un nuevo reto
Cuando todo estaba progresando de la mejor manera, decidió lanzarse a otro restaurante: «la idea surgió en octubre del año pasado», comenta. Junto a su equipo encontraron la casa ideal en la exclusiva Zona G de Bogotá y la remodelaron por completo. Y pensando en el concepto, salió a relucir el árbol nacional de España, y así fue naciendo La Encina.
Su foco va más allá de recrear la gastronomía española: «hacemos cosas nuevas que no encuentras en ningún otro restaurante», afirma. Todo gira en torno al propósito de brindar una experiencia de deleite que atraviese los sentidos y que genere el deseo de volver.
Ya con unos meses de haber inaugurado el restaurante, Cerquera mira hacia atrás y manifiesta que «fue un trabajo largo, un trabajo en equipo. Yo tengo atrás mucha gente que me apoya.» Mario Cárdenas, chef ejecutivo y operativo de La Encina, hace parte de dicho equipo. Él cuenta que cuando tuvo la oportunidad de relacionarse con este proyecto, hablaron sobre el objetivo «y aquí estoy. Haciendo estructura con el personal, dirigiendo, creando y dando el 100 %.»

Mario expresa que escogieron la cocina clásica porque quieren “mantener esa cultura, traerla y darla a conocer en esta zona del país», pero siempre manteniendo el factor colombiano: «el producto local está desde las verduras. Involucramos el plátano, los guisos; algo criollo pero sin perder la clase española.»

Desde luego, La Encina, con platillos poderosos en su menú, como las tapas de cochinillo y las brochetas de queso trufado, invita a explorar otras opciones gastronómicas en las que resaltan no solo sus exquisitos sabores, sino también el esfuerzo, la dedicación y, por supuesto, el toque intercultural.
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