Así lo define Massimo Bottura, un cocinero italiano catalogado como uno de los mejores chefs del mundo por “The World’s 50 Best Restaurants” y propietario del restaurante con tres estrellas Michelin “Osteria Francescana”.
Para él, la comida es un acto que va más allá de llenar nuestros estómagos. Es un ejercicio cotidiano de observación de los rituales de su madre y su tía, también de su abuela, la cual considera que es mejor cocinera que él.
También, es una actividad que saca a flote lo esencial, el alma, por lo que cada uno de sus proyectos siempre tiene un rostro humano y refleja la pasión que tiene por su oficio. Es decir, tiene un propósito. Por eso, su fundación se llama Food For Soul, en donde explota su creatividad en escenarios distintos, pero igual de valiosos a los de su restaurante, llevando un mensaje y un proyecto de cambio social alrededor de la seguridad alimentaria y la transformación para que no exista más desperdicio de alimentos en el mundo, ni niños o adultos con hambre.
De esta forma, la restauración se convierte en un movimiento que no solo salva el patrimonio cultural sino que a través de su propósito transforma la sociedad y cambia vidas. “Cuando nuestro trabajo está al servicio de los demás y las personas que cuidamos son vulnerables, enfrentan dificultades, discapacidad, aislamiento, nuestro llamado a actuar cambia y nuestra profesión adquiere una nueva perspectiva con un significado más profundo de su valor. Cada experiencia tiene un efecto tangible e intangible que da forma a quienes somos. Nuestra profesión tiene la oportunidad de actuar como puente entre diferentes circunstancias humanas: la abundancia con lo escaso, el excedente con el desperdicio, el aislamiento con la inclusión”, afirma el chef en una entrevista para el portal Infobae.
Así, la experiencia que se brinda en los restaurantes pasa a ser más transformacional que transaccional porque se brindan principios de hospitalidad, belleza y calidad en las ideas. Esto mismo sucede dentro de la cocina, que se convierte en un entorno en donde se enseña a respetar los ingredientes, a sacar la belleza de lo imperfecto y a no desperdiciar los recursos. Por eso, es una profesión que tiene como pilar la innovación, la sostenibilidad y la equidad.
A la vez, que es una reflexión para el mundo. Ya que, así como los restaurantes se convierten en fuentes de inspiración e influencia de las próximas generaciones de chefs; también son espacios que cambian la visión de los comensales y del mundo. Allí, también se ve impactado el productor, quien al verse respaldado por la cadena, mejora sus procesos y fortalece nuestra conexión con la tierra, produciendo de manera más responsable y restauradora, impactando positivamente nuestro futuro alimenticio y la dignidad de todos aquellos quienes hacen parte de esta industria. Finalmente, todos tenemos una conexión con la comida. Es una necesidad básica para sobrevivir, una expresión de nuestras emociones, de nuestros recuerdos y tradiciones; es una fuente de estímulo para nuestros sentidos y una razón que nos une para celebrar y compartir. Así lo piensa Massimo Bottura. Estas son sus enseñanzas y el legado que le brinda al mundo todos los días.
