Existen alimentos que están diseñados para que al comerlos resulte evidente a la vista el goce que experimentamos. Mantener el glamour o la etiqueta es complicado y por más de que nos esforcemos, la escena que queda al terminar deja en evidencia la voracidad con la que saceamos nuestro apetito mientras disfrutábamos de estos placeres cotidianos.
ESCENA DEL CRIMEN #1
Las boronas del hojaldre crocante vuelan al primer mordisco para esparcirse sobre el área acompañadas por el rodete que deja el vaso empapado de café sobre la mesa.
ESCENA DEL CRIMEN #2
Un día acalorado sosteniendo el cono de helado en la mano mientras el sol picante te reta a una lucha contra el tiempo.
ESCENA DEL CRIMEN #3
No hay momento de esconder las cascaritas del huevo, pues luego de pelarlo te rindes al placer de comerlo sin más tiempo que para rosearle sal.