Este restaurante quiere resaltar uno de los platos que más se consumen dentro de la gastronomía colombiana, especialmente la paisa. El chicharrón, uno de los ingredientes que no puede faltar en una buena bandeja paisa y que es gran acompañante a la hora de comer fritanga.
La historia del chicharrón se inicia con los negros traídos a la colonia por los españoles pues esta gente tenía costumbres de criar y “arreglar puercos”. Fue un alimento traído por nuestros colonizadores y que, como casi todo, fue adaptado a nuestra cultura bajo el nombre de “Cuchi” y se incorporó a los diferentes platos propios de la gastronomía de Latinoamerica. Originalmente, los chicharrones se hacían para extraer la manteca pero con el tiempo comenzó a ser visto como un plato aparte.
Pues bien, la especialidad de este establecimiento es la panceta de cerdo y el chicharrón que aunque, desde mi perspectiva le sobra sal, está en el punto perfecto de crocancia, textura y sabor. Respecto a la carne de cerdo, se trata de una panceta cocinada en barril lo que le brinda una textura seca y sin grasa con un borde tostado colmado de sabor.
Los acompañamientos como la rellena, longaniza y la papa criolla no están mal pero no destacan a comparación de los platos fuertes.
Finalmente el precio de estos platos es accesible para todos los tipos de bolsillos y comensales pues ofrece varias clases de combos donde se puede probar fritanga, costillas BBQ , panceta y el chicharrón.