El placer por la comida es equivalente al placer de escuchar una buena canción y cuando ambos se mezclan puede desembocar hasta en la creación de un estilo musical. Esta es la breve historia de cómo la gastronomía le aportó salsa a la música.
Era el año 1933 cuando en Catalina de Guines, Cuba, el músico Ignacio Piñero acababa de terminar una presentación musical en el salón de baile El Cañón, famoso por los vendedores ambulantes que aprovechaban los eventos para vender sus butifarras a las afueras del lugar. A Ignacio, le llamó mucho la atención la voz del hombre que promocionaba la venta de las butifarras El Congo, así que lo buscó para comprar. Quien vendía las butifarras era Guillermo Armenteos “El Congo” quien como muestra de cariño, decidió regalárselas no sin antes advertirle que les echara salsita a para comerlas. Piñero, agradecido por el regalo, le pidió que determinado día y hora sintonizara la emisora en la que él presentaba un programa radial porque habría un regalo para él. Dicho regalo era la canción Échale Salsita, pieza musical icónica de Cuba.
Así como esta canción comenzó a ganar popularidad, el negocio de Guillermo Armenteos “El Congo” comenzó a crecer. Primero fue una carretilla, luego un quiosco y más adelante inauguró su propio local con muchos trabajadores en una casona de Catalina de Guines. Estas butifarras, elaboradas con 60% de carne de cerdo, 40 % de carne de res, pimentón dulce, ajo chileno y nuez moscada, fueron la semilla de una exitosa empresa familiar que se popularizó en toda la isla y en el resto del mundo, no solo por su delicioso sabor y calidad, sino por el carisma de El Congo, su propietario, quien era admirado por todos los habitantes de Catalina por ser un hombre generoso.
Algunos investigadores y musicólogos atribuyen la creación del término salsa a esta anécdota, pero existen otras versiones que señalan que fue realmente el ketchup o salsa de tomate la que le regaló el nombre a este género musical.
Esta otra versión popular indica que el término salsa nació en el año de 1966 cuando el locutor caraqueño Phidias Danilo Escalona les preguntó en una entrevista de radio a Richie Ray y Bobby Cruz, cuál era el género de esa música extraña o “música loca” que hacían. La verdad era que ni Richie ni Bobby, sabían cómo catalogar o denominar a este ritmo musical que había nacido en Nueva York, pero que resultaba de la mezcla de sonidos como el son cubano, jazz, mambo, guaracha, cha cha chá y guaguancó. Entonces Bobby apelando a su inspiración en la comida, respondió que la música que ellos hacían era como el ketchup que se le agregaba a las hamburguesas a lo que el locutor respondió:“ya lo escucharon, la música que hace Richie Ray y Bobby Cruz es salsa” y luego presentó la canción del Jala Jala.
Tal vez no exista una única versión sobre el origen de este término, pero lo cierto es que la salsa está presente en cada plato y en cada fiesta de cualquier latinoamericano y marca el diferencial de nuestra cultura con respecto al resto del mundo: el sabor latino.