Por Pamela Villagra @Villagrita21
Un año y medio ha pasado desde que De Patio abriera sus puertas. El restaurante de Benjamín Nast (33), chef revelación 2017, junto a su esposa, la pastelera Josefa Hernández, ha refrescado la escena gastronómica chilena, con una propuesta fresca, sabrosa, excitante, en donde la técnica se pone al servicio del producto.

El que fuera el patio de una casona en Vitacura, al oriente de Santiago, se ha transformado en uno de los lugares de peregrinación obligada si de disfrute se trata. Con una marcada influencia asiática, fruto de los cuatro años que Benjamín pasó trabajando en el estrellado restaurante Dos Palillos, el considerado por Ferrán Adrià “el mejor restaurante asiático fuera de Asia”, De Patio se aleja de los tópicos y desarrolla una cocina estimulante, provocativa, que redescubre los sabores originales de la despensa chilena.
El mejor ejemplo de esto es su famoso tuétano con ostra. Explosivo, elegante, metálico. Una oda al sabor y a la perfección de las cocciones. O su ventresca de palometa a la brasa, de una prolijidad sobrecogedora. O la jibia sopleteada sobre crema de garbanzos y su tinta, de alto impacto.

No es un restaurante de vanguardia, aunque su nivel creativo y técnico lo sitúen en ese grupo. Es más bien un sitio en que el mejor producto se encuentra con el mejor cuchillo y la mejor sazón. Una cocina de destreza y de temporada, de dashis y caldos, de cocciones precisas, de umami rotundo.
La propuesta creativa se expresa en dos servicios, almuerzo y cena. A medio día, un menú ejecutivo de tres tiempos (entrada+fondo+postre) y un menú degustación de seis, que cambian semanalmente. Y en la noche, tres opciones de cinco, ocho y el denomindo menú festival, de doce.
Ideal reservar en la barra, para vivir la experiencia completa: un cara a cara entre cocinero y comensal. Un imperdible en la capital de Chile.