El disfrute de estas fechas decembrinas tiene un protagonista, la comida. Sin duda, navidad es sinónimo de abundancia en las mesas, pasabocas que evocan a la nostalgia y algunos kilos de más.
Pero el apetito voraz, que se despierta por esta época, no siempre ha sido el mismo. Desde siglo IV, incluso hasta mediados del siglo XX en España y algunos países religiosos como Colombia, los días previos a la llegada de la Nochebuena, es decira partir del primero de diciembre hasta el 24 de diciembre, debían utilizarse para prepararse espiritualmente para la llegada de Cristo. Durante este periodo de tiempo, llamado El Adviento, los fieles se dedicaban a la reflexión, a pedir perdón y a orar.
La solemnidad con la que eran asumidos estos días, implicaba ayuno y abstinencia de alimentos como las carnes rojas y de aves de corral. Solo estaba permitido el consumo peces de río y de mar, reptiles, anfibios y mariscos. El último día, previo a Nochebuena o la media noche del 25 de diciembre, se debía ayunar para pagar penitencia. Solo era permitida una comida al día.
Pero esta privación de la comida finalizaba luego de asistir a la Misa de Gallo, una ceremonia litúrgica que aún hoy en día continúa celebrándose las horas previas al nacimiento de Cristo o la Nochebuena.
Los fieles luego de salir de misa, daban rienda suelta a sus deseos carnales con la comida, entonces procedían al sacrificio de animales como aves y cerdos para que hicieran parte de sus espectaculares banquetes navideños que estaban compuestos por diferentes alimentos según la región. En Antioquia, el cerdo y la natilla; en el Cauca, dulce de limón y rosquillas; y en Bogotá, era infaltable el ajiaco de gallina con papas.
La caspiroleta y el arroz con leche tenían un lugar muy especial durante la Nochebuena así como los buñuelos que repartían las criadas en las calles.
Actualmente, el goce por la comida y los excesos son alusivos a la época. Según un estudio realizado en el 2016 y publicado en New England Journal of Medicine, las personas suelen aumentar durante diciembre entre 500 gramos a 3 kilos. Este paso de la abstincencia a la glotonería, tomó fuerza en paises europeos como Alemania desde los años 50, con la llegada de productos altos en azucar como los calendarios de adviento de chocolate y la alta ingesta de alcohol y de carnes rojas para celebrar la navidad.
Con el tiempo, la sociedad de consumo, encontró en diciembre la oportunidad perfecta para lanzar nuevos productos con la promesa de hacer esta época especial consumiendo productos diferentes.
Tal vez sea por nostalgia, por tener una excusa para reunirnos con nuestros seres queridos o porque sentimos que la penitencia ya la hemos pagamos durante el resto del año absteniéndonos de los manjares propios de diciembre, pero lo cierto es que el goce siempre lo hemos encontrado alrededor de la comida.