Al acercase a la entrada del restaurante Carlos, ubicado en plena zona G de Bogotá al interior de una antigua casa de Chapinero, pocos se imaginan el encantador ambiente y el diseño moderno que se esconde tras sus puertas.
Al mejor estilo de los “speakeasy” o bares clandestinos que existían en Estados Unidos durante la época de la prohibición del licor, al ingresar a Carlos los comensales son sumergidos en una atmósfera especial diseñada por la reconocida arquitecta María Alejandra Manotas, en donde prima el brillo de los candelabros, los espejos, la barra del bar con una luz tenue pero cálida que acoge de manera familiar a sus visitantes. Y no es para menos, pues este Gastrobar es el fruto de el trabajo y de las ilusiones de una familia, en la que cada uno de sus integrantes aporta desde sus conocimientos y experiencias de vida alrededor de la gastronomía.
Ana María y Alberto Garzón dieron vida a este lugar inspirados en el cariño y en la admiración que sienten hacia su padre Carlos. Para llevar a acabo este homenaje, se aseguraron de que cada detalle del lugar reflejara su personalidad y, además, realizaron una cuidadosa exploración de dos de las cocinas Latinoamericanas más destacas a nivel mundial actualmente, la cocina peruana y la mexicana. De ahí surgió el concepto de su menú al que ellos denominan Mex and Kei, una fusión entre la comida mexicana y la nikkei.
“Nosotros somos la parte creativa tanto en la coctelería como en la oferta gastronómica. Entonces creamos un concepto en el que mezclamos la cultura japonesa, la peruana y la mexicana para ofrecer un menú pequeño pero fuerte con platos como tacos, sushi y arroces y fritos que son ideales para acompañar nuestras bebidas” nos cuenta Alberto.
Este par de hermanos, a pesar de estudiar carreras no relacionadas con la gastronomía, decidieron emprender en el mundo de la hostelería impulsados por el amor y la nostalgia de los buenos momentos que vivieron alrededor del fogón cocinando junto a su madre en casa.
Su formación académica distanciada de la gastronomía, la encuentran favorable, porque gracias a ello son capaces de comprender la experiencia desde la perspectiva única del cliente, la que consideran más valiosa, “él es la persona que compra y mantiene vivos los negocios, entonces cuando tú creas una propuesta con base a lo que ellos quieren, produces una propuesta sin pretensiones que busca atacar la vulnerabilidad que existe en el sector gastronómico” explica Alberto.
La experiencia es un aspecto que consideran fundamental “nosotros creemos que el tema de los buenos restaurantes y de los grandes chefs, ya existe en Bogotá, ahora hay que darle un poquito más a los clientes, es decir, los clientes ya no están pidiendo solo comer, la comida en lugares como Carlos pasa a un segundo plano, se convierte en un acompañante. Nosotros buscamos ofrecer una experiencia de música, arquitectura y licores que conecte de forma íntima con nuestros visitantes” comenta Ana María.
En medio de esta búsqueda de las falencias que tiene el sector Horeca actualmente, encontraron que los clientes desean asistir a un lugar diferente a las discotecas en el cual tengan la oportunidad de reunirse con amigos a tomarse unos tragos y pasarla bien hasta la madrugada. Es por eso que con su propuesta de coctelería buscan ofrecer una experiencia excepcional incluyendo licores premium para que los comensales puedan degustar diferentes tipos de licor como destilados y vinos de manera mucho más asequible.
Además de satisfacer el gusto y las necesidades de los clientes, otra de las apuestas de Carlos es el rescate de la identidad colombiana y el apoyo a los productores locales. Dentro de su propuesta gastronómica, el maíz es un ingrediente fundamental, por ello están aliados con un emprendedor que se dedica a establecer contacto con los pequeños agricultores para llevar al restaurante el maíz con el que se preparan las tortillas, harinas y tostadas. Por el lado de la coctelería, dentro de las preparaciones incluyen frutas nacionales como la Curuba o la flor de Bougainvillea, aquella que abunda en cada esquina de las ciudades de nuestro país.
Sin duda Carlos es un lugar de encuentro para los amigos, las familias y quienes buscan encontrarse a sí mismos escapando de una ciudad cada vez más caótica. Es un refugio en donde es posible encontrar el alivio a través de la buena comida, la música y la belleza de sus espacios.