Uno de los mejores recuerdos que tengo de mi infancia era ir a comer postres con mis papás los domingos a “Todo Rico”, un artesanal establecimiento de respostería. Allí una estante lleno de miles de sabores y opciones dulces se alzaba frente a mí y yo deseaba probarlo y comerlo todo.
Aunque, por supuesto, nunca pude conocer todos los sabores que componían las transparentes vitrinas del lugar, sí encontré pequeños tesoros que aun disfruto; el Tiramisú, cheesecake, postre de coco y merengón han sido los postres que se han llevado el título de mis favoritos con el pasar de los años.
Todo rico queda ubicado en la carrera 50 entre calles 63 y 68, una concurrida vía del barrio Modelo y su historia se escribe hace más de 20 años, cuando una mujer llamada Beatriz Ortíz, comenzó a vender la avena y los postres que solía realizar a sus cercanos y familiares en el interior de su hogar.
Con el tiempo, sus productos adquirieron fama y ante tal éxito, como en muchas ocasiones “lo que funciona se copia”, comenzaron a aparecer más locales de venta de postres y dulces en los garajes de las casas y pronto se convirtió en un sector que compite por endulzar las tardes de los habitantes de la capital.
El postre nunca puede faltar en la cotidianidad de mis días, por lo que, visitar la zona es una tradición que aún conservo y de hecho, esta actividad ha formado mi pasión, gusto y amor por la repostería y la creación de postres. Con el pasar de los años, comencé a aventurarme a nuevos sabores y migré a los establecimientos vecinos como “Riquísimo” y “Dulce Compañía” que tenían su propio sabor y especialidades.
Actualmente hay más de cinco locales donde los capitalinos amantes del postre puede disfrutar lo mejor de la repostería casera y artesanal que caracteriza a nuestro país, sin necesidad de salir de la ciudad a los pueblos aledaños. Precisamente esta alternativa, ha logrado que la zona se convierta en un sector cuyo objetivo es ese, endulzar a los ciudadanos.
La zona entre semana se mantiene relativamente tranquila, sin embargo, los domingos después de la una de la tarde, decenas de automóviles se aglutinan en las aceras y las manos de los comensales se vislumbran entre envases plásticos y cucharas amarillas, algunos se sientan a disfrutar los postres en las terrazas de los establecimientos, otros, por el contrario, se llevan empacados sus golosinas para disfrutarlas en sus casas como lo que suelen ser, placeres culposos.
Mónica León, es una de esas comensales, ella visita mensualmente esta zona y destaca la importancia de encontrar un lugar exclusivo para postres “es muy rico y sobretodo siento es muy bueno que esté sectorizado, porque ya sé que aquí puedo encontrar una zona específica para encontrar opciones dulces para diferentes gustos, en Colombia somos muy postreros y necesitamos lugares como estos”.
Al final, ya sea que haya un gusto particular por el helado, o postres típicos como la cuajada con melao y el matrimonio, o dulces de otros países como el tiramisú ,todos los bogotanos algún día deberían caminar un domingo por la ruta gastronómica más dulce de la capital.